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La pirueta del consumo: «de los pesos queman a los pesos no alcanzan»

Los argentinos tienen históricamente una alta tolerancia a la presión inflacionaria. Sin embargo, la estampida de precios que sobrevino en diciembre junto con el cambio de gobierno, sumado al pico del 25,5% que registró el índice de Precios al Consumidor (IPC), superó todas las expectativas y el bolsillo empezó a marcar sus límites.

El recorte de los gastos en las familias, desplegando diversas estrategias, abarca a todos los niveles socioeconómicos. Sin embargo, un trabajo del consultor Fernando Moiguer titulado “De los “pesos queman” a los “pesos no alcanzan” hizo foco en la resignación del consumo en la clase media, que según el estudio, “muestra la evaluación más ácida respecto del presente del país”.

Un primer ingrediente analizado entre los consumidores es el humor social, es decir las opiniones que tiene la sociedad sobre la situación del país, su situación personal y la capacidad de consumo.

En enero, un 65% de los encuestados en este estudio se confesó “pesimista”. Este nivel de humor social negativo resultó mas alto que el promedio histórico medido por la consultora entre 2018 y 2023, cuando esa porción alcanzaba del 58%.

En particular, se notan diferencias según los grupos socioeconómicos, ya que el pesimismo se evidencia con más vehemencia entre la clase media típica y la clase media baja (70%).

Otra variable que atraviesa el humor social y la predisposición a recortar los gastos porque no alcanza el ingreso es la inestabilidad laboral, que comienza a aparecer como una clara preocupación para estos segmentos.

Ante la pregunta: ¿Cuál es la percepción sobre tu futuro laboral y el de tu familia en los próximos seis meses?, las respuestas aludiendo a la «inestabilidad» abarcaron a una mayor proporción de personas respecto de los estudios anteriores, siendo los niveles más bajos los más preocupados. Aunque con un crecimiento mayor de los niveles medios si se los compara con los años anteriores.

En este contexto, el poder de compra se ve afectado significativamente, según el informe. “La mitad de los hogares hoy posee deudas y se encuentra utilizando ahorros para cubrir sus gastos cotidianos”, explica.

Dentro del 47% de quienes debieron utilizar ahorros para pagar los gastos cotidianos, un 28% comenzó a hacerlo en enero y otro 19% ya lo viene haciendo desde meses anteriores. En resumidas cuentas, los hogares de clase media endeudados aumentaron 10 puntos respecto de un año atrás.

Un dato de las entidades bancarias que puede enlazarse con la necesidad de la gente de utilizar más los ahorros es que los depósitos en pesos en los bancos cayeron un 30% en términos reales durante el 2023, es decir, descontando la inflación de 211,4% del año, según un reporte realizado por la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA).

Los rubros que bajan

Al analizar en qué dejó de consumir cada segmento de la sociedad, el estudio de Moiguer contabilizó un promedio de siete rubros que atraviesan a todos los niveles.

El primero se refiere a un cambio en la forma de comprar productos para el hogar. Básicamente, la gente empezó a comprar las llamadas “marcas blancas», de supermercados. Esto ocurre en el 60% de los hogares, llegando casi al 70% en la clase media.

Desde las cadenas de supermercados reconocen que el consumo de marcas propias por parte de los usuarios aumentó en un 65%. En parte porque las mismas cadenas aprovechan para ampliar la variedad de sus etiquetas en momentos en que los compradores demandan alternativas más económicas. Lo cierto es que la facturación en las ventas de sus propios productos representa un 30%, cuando hasta hace cinco años no llegaba a los dos dígitos.

A la hora de planificar las compras se despliegan en promedio 3,5 estrategias de ahorro. Mientras la clase media diversifica canales de compra y reemplaza salidas por comida hogareña, la clase baja comienza a restringir en alimentación. Esto alcanzó a uno de cada tres hogares.

El segundo ítem es que el 50% de los consumidores deja de comprar carne y de hacer asados. El tercer rubro en el que se hacen ajustes es que dejan de ir a comer afuera: esto llega en el 30% de los hogares y supera el 40% de la clase media.

El cuarto rubro, que abarca al 24% de la muestra, es el recurso de “dar de baja a las plataformas de entretenimiento”. La quinta estrategia indica que la gente “deja de usar el auto o la moto”, debido a que los combustibles se apreciaron mas del 150% en los últimos dos meses. Esta restricción llega a la cuarta parte de la muestra pero supera el tercio en los hogares de clase media.

El sexto rubro en el ranking de los “abandonos” de la población es el de “ir a tomar un café; un hábito que llega también a un tercio en la clase media”. Y finalmente el último rubro muestra una predisposición de las personas a no tomar tantos taxis, remises o a utilizar las plataformas más conocidas de transporte urbano. Esto abarca el 21% y es más alto en la franja de los sectores medios y medios bajos.

Este panorama sobre el comportamiento de los consumidores muestra además, según resume el titulo del trabajo de Moiguer, que la gente pasó de un 2023 en el que no dejó de consumir porque quedarse con los pesos era sinónimo de perder frente a la inflación, a una sensación de que, por el fuerte incremento de los precios, la plata no va a alcanzar para llegar a fin de mes. Con lo cual, hay que cuidarla. “Este es un cambio fenomenal y esto pasó en menos de 60 días”, analiza Moiguer.

Ese mayor consumo durante 2023, llegó a su punto más alto en diciembre, cuando muchos «adelantaron consumos» frente a la devaluación y los aumentos de precios. Según los datos que maneja la consultora NIQ, el pico del consumo en la evolución de las ventas diarias se dio entre el día 23 y el 24 de diciembre representando $ 40.000 millones.

Con la llegada del nuevo año y la liberación de los precios determinada por la nueva gestión, la caída del consumo se acentuó y se percibió también en las ciudades turísticas. Por esta razón, este verano se están viendo estadías más cortas y recortes en los gastos, que se reflejan en las ventas en supermercados o almacenes y en los locales gastronómicos. De hecho, en el estudio de Moiguer se aprecia que el 57% de los hogares de clase media declaró que este verano tuvo que reducir el presupuesto para sus vacaciones (38%) o directamente cancelarlas (19%).

En lo que respecta al consumo masivo, el 2023 terminó con un resultado positivo: las ventas de supermercados y autoservicios promediaron un aumento del 2,4%, según el relevamiento de la consultora Scentia. En diciembre y pese a la estampida de precios, el alza del consumo fue de 1,4%. En cambio, en enero, registran una caída del 12% en las ventas de los supermercados en la primera quincena del mes. Para este año, las proyecciones de las consultoras que analizan los datos de Scentia marcan que la retracción del consumo será del 7%.

Así, el consumo será uno de los rubros que más bajará en el año y potenciará la caída de la actividad en general, que las consultoras ven en 2,6%, según el Relevamiento de Expectativas de Mercado que difunde el Banco Central.

Con todo, a pesar de la mirada negativa del presente, existe entre los consumidores «una mirada esperanzadora para el largo plazo», según Moiguer. “La sensación de futuro viene descendiendo todo el tiempo, pero es positiva. La gente ve una realidad hoy muy negativa, pero siente y tiene una esperanza importante de corto plazo que esto va a mejor”, asegura el analista.

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