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El ajuste cobra fuerza y la apuesta para dejar quieto al dólar, también

Javier Milei está contento con tener a Luis Caputo en su equipo y el ministro también porque considera que el Presidente lo deja actuar.

Una de las caras más visibles y polémicas del ajuste fue la decisión del ministro de eliminar los subsidios para el transporte urbano de las provincias.

La interpretación fue inmediata: Milei retiró el proyecto de ley Ómnibus del Congreso por considerar que no habría una aprobación en particular y en el acto llegó ese recorte de partidas.

Fue Caputo el encargado de generar el mensaje de que nada de ese fracaso político del oficialismo empañaba el proceso de ajuste de las cuentas públicas encaminado a tener un superávit financiero.

Se derrumbaron los precios de las acciones y los bonos bajaron, pero no en la medida que se esperaba: ¿será un indicador de que el mercado le cree al Ministro sobre que el objetivo de superávit fiscal tiene prioridad absoluta sin importar los costos políticos?

En Economía dicen que sí, y festejan en voz baja cierta moderación en el ritmo de aumento de los precios que se estaría verificando en estos días de febrero.

Son festejos acotados y silenciosos porque el aumento del costo de vida de este mes rondaría 18%, empujado por las tarifas de la luz, el gas y las naftas además de las prepagas y los útiles escolares que arrancaron su tradicional suba estacional.

Pero el ajuste, basado en una importante licuación de las jubilaciones, los salarios y los depósitos a plazo fijo en pesos, entró en una nueva etapa distinta a la que caracterizó a la economía argentina desde 2023.

El nuevo ciclo se genera a partir de la fuerte caída de las ventas desde el arranque del año como respuesta a lo que fue la estampida de los precios después de la devaluación de diciembre.

Hoy las empresas y los comercios dejaron atrás la preocupación por no perder en la carrera de la remarcación y priorizan la atención sobre las cantidades vendidas.

Algunos comercios de shoppings dicen que las ventas cayeron hasta 50%; en el rubro bebidas detectan bajas de 10/12%; los textiles, de 30%; la construcción, 20%; medicamentos, 3%. La guerra de descuentos también es evidencia de la nueva etapa cruzada por la tendencia a la baja de las cantidades vendidas.

Renacieron los descuentos de 50 a 70% en la segunda unidad en los supermercados, los de las tarjetas de bancos y de los medios y los descuentos para jubilados ganaron protagonismo en la canasta de gastos de las familias.

Los economistas siempre recurren a la fórmula de PxQ (precios por cantidades) para definir los momentos de consumo y, en este, las menores cantidades vendidas ganan protagonismo.

Para las familias el ajuste es muy fuerte y una pregunta clave en el ambiente gira en torno a cuánta recesión será necesaria para bajar la inflación en un proceso como el actual de desregulación de buena parte de los precios.

Para Economía hay una respuesta parcial previa relacionada con la definición de un sendero para el dólar oficial a partir de marzo.

El dólar de $ 800 que arrancó después de la devaluación de diciembre se actualiza a un ritmo de 2% mensual que resulta claramente inferior a la inflación, por lo que una parte de los operadores y analistas del mercado consideran inevitable un salto cambiario en abril.

La visión de Economía es muy distinta y el punto de vista dominante es no sólo mantener la política de tipo de cambio fijo (la flotación quedó desterrada) sino también la de profundizar la utilización del dólar como ancla en el intento de moderar la suba de precios.

Pero esa visión podrá variar en las próximas semanas, si bien el Banco Central lleva comprados US$ 6.800 millones desde la devaluación, la necesidad de brindarle un buen tipo de cambio a las exportaciones del campo, para que liquiden más dólares, será un argumento contundente para evitar la sensación de que el dólar se atrasa.

Devaluar para favorecer que entren más dólares o no hacerlo para priorizar la moderación en los aumentos de precios será el dilema del mes próximo pero, entre tanto, una clave será comprobar el devenir político después del fracaso de la aprobación de la Ley Omnibus en el Congreso.

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