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El teatro es un gran constructor de realidades

Antes que la ley, existe la Justicia”. Esta frase se escuchará los lunes y martes a las 20.15 hs en Multiteatro Comafi, desde el 1° de julio. Será dicha por Julieta Zylberberg y dirigida por Andrea Garrote. El unipersonal Prima Facie de la dramaturga austríaca Suzie Miller trae sobre sus hombros éxitos en Londres con Jodie Comer. (2022). El año pasado se conoció en Madrid con la actuación de Vicky Luengo y en este 2024 el argentino Daniel Veronese la dirigió en Santiago de Chile.

Tanto Zylberberg como Garrote conocen los secretos de hacer unipersonales, vale recordar que la primera hizo La fiebre de Mariana Chaub desde el 2019 al 2020 y Andrea Garrote sigue representando su creación Pundonor, ahora en el Picadero. El mismo día de este reportaje se conoció el dictamen contra Juan Darthés en el caso de Thelma Fardin, por lo cual el acoso sexual y la Justicia cobraron un peso aún mayor.

—¿Por qué hacer hoy este texto?

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JULIETA ZYLBERBERG: Me pareció una obra necesaria en este momento, en este país y en esta sociedad. Tiene que ser mostrada y brindada al público como un acto político. Me encanta la obra y también trabajar con Andrea (Garrote). Para actuar es hermosa, porque lo que cuenta es necesario e importante. Es el mundo de la Justicia, un mundo masculino. El texto cuenta un poco ese vacío, ese hueco que queda. La falencia del sistema diseñado y manejado en su mayoría por hombres, por lo cual casos de violencia de género, de agresiones sexuales, violaciones y abusos no encuentran justicia.

ANDREA GARROTE: Lo que muestra Prima Facie es que la Justicia en los casos de agresión sexual revictimiza a la persona que lo sufrió porque la pone en el centro, le pregunta y le repregunta. Muchas veces al victimario si se dice inocente puede no declarar y no está en el foco. Falta la sabiduría humanística. Por eso es importante la Justicia que se obtuvo y que le dio la razón a Thelma (Fardin). Lo más difícil de probar es el tema del consentimiento. Hoy algunos quieren creer que el feminismo abre una brecha entre hombres y mujeres y no es así. Creo que se beneficiarían todos, más que nada las instituciones que han sido pensadas por hombres. Deberían aplicarse cambios pensados a través de la experiencia de lo femenino. Básicamente es un grave error que las leyes de agresión sexual no hayan sido planeadas, ni pensadas a la luz de la experiencia de gente que ha sufrido agresiones sexuales.

—¿Qué características particulares tiene este unipersonal y cómo fue la adaptación?

GARROTE: Es un enorme desafío porque es un monólogo intenso con dos actos muy dinámicos, se pasa por varios espacios y lugares que ella va narrando. Entre la primera y segunda parte hay una gran transformación en la protagonista, ya que su punto de vista cambia y su visión del mundo se trastoca. El argentino siempre tiene que adaptar porque hay muchos tiempos verbales que nosotros no usamos. Casi naturalmente se cambian con los actores. La obra primero se hizo en Australia y después en Inglaterra, mantuvimos la idea de un jurado presente en este juicio, que serán los propios espectadores. Quitamos lo retórico y solemne. 

—La Justicia está hecha por hombres…

G: Hombres poderosos en general, que siempre están a favor del poder y terminan beneficiando al que lo tiene. Aunque quiera ser imparcial no lo es, aunque la democracia quiera ser democrática el sistema de juego hay que revisarlo. Si el teatro puede como batalla cultural, debe develar cómo son las reglas de juego de la Justicia, en un caso x. Una puede mirar en ese sistema lo que sirve y lo que falta, porque siempre falta algo. 

Z: Es un tema muy interesante, porque no trata de un accidente de tránsito, éste es un crimen contra una persona y en cierto punto es invisible. Una de cada tres mujeres está agredida sexualmente. Es un número aterrador, cruel y real que evidentemente atraviesa de forma transversal a toda la sociedad. Por eso este texto fue estrenado en tantos países.

—Sos madre de dos varones: ¿cómo los educás?

Z: Creo que como madre de una nueva generación es nuestro deber educar a una mejor gente, lo intento permanentemente y a veces soy muy pesada. Sobre todo con el mayor (Luis Ernesto, 11 años) le marco “esto no se dice”. También nosotras, las mujeres, fuimos criadas en un sistema patriarcal y machista, hay que formar a las nuevas y es nuestra responsabilidad sacarlas de esa zona y educar a otra generación.

—¿Se nota que está escrito por una mujer?

G: Sí, por la consistencia del mundo que plantea, sabe de lo que habla, pero también podría haber sido escrito por un hombre que hubiera investigado. Siempre le digo a mis alumnos de dramaturgia que los autores tenemos la obligación de investigar sobre otros mundos. El teatro se come a sí mismo, por eso necesita alimento, requiere que tomemos un argumento o un campo de conocimiento. Hay tantos temas interesantes para llevar al escenario, ya que es un gran constructor de realidades y también de la deconstrucción.

—¿Podrías relacionar a esta abogada con aquella María Teresa de “La mirada invisible”?

Z: Desde que somos niñas, todas las mujeres estamos atravesadas, atemorizadas y alertas, en un mundo violento. Vivimos pensando en eso desde que somos muy chicas y es terrible. Todo el tiempo y permanentemente te enterás de alguna amiga o alguna conocida que fue agredida sexualmente, violentada, violada o que tuvo alguna situación y esto no cambia.

—¿Cómo se encara un unipersonal?

Z: Me la dieron al poco tiempo de ser madre por segunda vez. En un momento que es muy difícil fantasear con otra cosa que no sea la maternidad. Tenés la cabeza en otro lado, pero la verdad es que el texto me arrasó por completo. Hacer un unipersonal es un infierno, que después se disfruta un montón. Pero hasta estrenar y hacer funciones, es un padecimiento. Después es encantador lo que sucede, pero muy exigente y mucha soledad arriba del escenario. Al mismo tiempo es lindo el viaje que emprendés con vos misma.

—¿Creen que en una cartelera plagada de comedias esta propuesta puede encontrar su propio público?

G: Iremos solamente los lunes y martes. Multiteatro quiere empezar a tener una programación distinta esos días, algo que se inauguró con el espectáculo Las cosas maravillosas de Duncan Macmillan y Jonny Donahoe, que dirige Mey Scapola. Creo que Prima Face va a motivar a que la gente piense más en el tema de la Justicia y en los delitos sexuales. Si el espectáculo tiene un buen boca a boca le irá bien. En definitiva el tema es importante, pero aún más la teatralidad que tiene, casi de rito. Hay un público de teatro impresionante, muy formado y habitué. En este caso tenemos un texto maravilloso y a Julieta encarnándolo.

Z: Con tantas comedias ésta es una propuesta diferente y creo que encaja en un momento del país. Digo necesaria y muy atractiva, por supuesto sin ser una comedia. Espero que al público le pase lo mismo que me pasó a mí cuando la leí y que salgan conmovidos. Es un espectáculo movilizante, que compromete al espectador y abre debate, sobre todo por esta ausencia de mujeres en el mundo de la justicia.

—¿Y la cultura en la Argentina?

G: La cultura es una cápsula dentro de la realidad argentina. Soy el legado de esa clase media ilustrada, hoy venida a menos. No pertenezco a una burbuja rara pero dentro de la cultura busco cierta riqueza en el campo simbólico, que permita que la cabeza no sea acotada. Me parece que podemos ir un poco más allá y esa es la función de la cultura.

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