El largo y sinuoso camino que lleva a la eliminación del cepo está adentrándose en, tal vez, zona de definiciones. El martes, el presidente Javier Milei afirmó que “si tuviera la plata abriría ya mismo el cepo, no me importa nada”. También dijo que «si tenemos tres meses seguidos con inflación del 2,5%, lo abro» (el cepo).
Lo dijo pocos días después de que el ministro de Economía, Luis Caputo, subrayó, en el Coloquio de IDEA, que “no es relevante” cuándo se abrirá el cepo.
Esta semana, Caputo y el resto de su mesa chica -sumando al presidente del Banco Central, Santiago Bausili- están en Washington asistiendo a la asamblea del Fondo Monetario Internacional. El propio Caputo aceptó que se pusieron en marcha negociaciones con el FMI que podrían desembocar en nuevos desembolsos para recargar las reservas netas del Banco Central, que hoy orillan, con signo negativo, los 4.500/5.000 millones de dólares.
El Fondo Monetario aparece entonces como lo que siempre fue: una pieza clave en el plan de normalización del mercado cambiario.
La gran pregunta que surge es qué pedirá puntualmente el FMI a cambio de poner fondos frescos en la caja de un país que le debe más de 40 mil millones de dólares.
¿Será inevitable la discusión sobre el precio del dólar oficial en la Argentina, es decir sobre si está atrasado, como cree una parte importante del mercado, o no,como dice el Gobierno y una parte tal vez más chica del mercado? ¿Habrá condicionamientos del Fondo referidos, por ejemplo, a definir en qué se puede y en qué no se pueden usar esos dólares extras que prestaría?. ¿Con la tarea del ajuste realizada, qué condicionamientos estaría dispuesto a aceptar el Gobierno?. Pocos, seguramente.
Un economista que está más que satisfecho con lo que viene haciendo el Gobierno hasta ahora, como es Ricardo Arriazu, repite en sus reuniones -que son un hit cuando se difunden por youtube- que “si hay un acuerdo como el de 2018, mejor no firmar nada”. Arriazu también es un fanático del crawling peg y no le tiene miedo a la discusión sobre el atraso cambiario. Dice que no lo hay.
En las últimas semanas se vio cómo se achicó la brecha entre el dólar oficial y el dólar financiero, lo mismo que la caída del riesgo país. Fue lo que llevó al mercado a especular con que la apertura del cepo estaría más cerca de lo que se podía imaginar. Lo notable es que conviven en el mercado los analistas que creen que puede haber novedades antes de fin de año y quienes creen que esto sigue hasta después de las elecciones de octubre de 2025.
Como para enfriar las expectativas, Caputo mismo remarcó que las negociaciones con el FMI recién arrancan y pueden ser largas.
Pareciera que ninguna de las dos partes tiene demasiado apuro en concretar. En el Fondo dijeron más de una vez que están sorprendidos gratamente por la profundidad del ajuste fiscal que ha logrado el gobierno de Milei en menos de un año, y también por la velocidad a la que se acomodaron las cuentas públicas y se frenó la inflación.
De hecho, Caputo y sus funcionarios suelen decir que se puede crecer tranquilamente en 2025 con cepo cambiario.
Los pronósticos del Fondo, tanto en crecimiento como en inflación, son menos optimistas que los del Gobierno argentino. En el Gobierno saben que eso siempre fue así.