El presidente Lula da Silva recibirá en Brasilia, el 20 de noviembre, a su colega chino Xi Jinping, que llegará en visita de Estado. El encuentro bilateral, con todas las formalidades del caso, ocurrirá un día después de la Cumbre del G20 a realizarse a partir del lunes, en Río de Janeiro, donde asistirán las personalidades internacionales más influyentes, entre ellos el propio Xi Jinping, el norteamericano Joe Biden, el francés Emmanuel Macron, el premier alemán Olaf Scholz, el sudafricano Cyril Ramaphosa y el argentino Javier Milei, además de los jefes de Estado de Canadá, Australia y Corea del Sur. También estará Ursula Gertrud von der Leyen por la Comisión Europea y el líder de la Unión Africana.
Las reuniones se harán en el Museo de Arte Moderno, en la playa del Flamengo. El edificio ya fue sede de numerosos encuentros mundiales y ofrece todas las condiciones de máxima seguridad requeridas por este tipo de cumbres. De todos modos, los países han enviado refuerzos para escoltar sus delegaciones. Los norteamericanos, por ejemplo, llegaron hace más de una semana con gran cantidad de equipamientos, además de traer agua potable para Biden.
En cuanto al mandatario chino, su equipo de seguridad demandó que los 400 cuartos del hotel debían pasar por una “barredura” para detectar la eventual presencia de explosivos y/o de equipamientos ocultos de filmación y grabación. En cuanto a la playa próxima al hotel, será restringida exclusivamente para la delegación que acompaña al mandatario. Habrá, además, varios tiradores de élite en distintos lugares del alojamiento. Un navío de la Marina de Guerra quedará estacionado durante toda la estadía del presidente.
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En el variado viaje de Xi Jinping a América del Sur, que ahora se encuentra en Perú para inaugurar un gigantesco puerto, predominan dos temas esenciales: los acuerdos económicos y el proyecto de más largo plazo que implica, para el gigante asiático, fortalecer alianzas con lo que sus líderes definen como el Sur Global. La visita a Brasilia constituirá “el punto alto” de la conmemoración de los 50 años de relaciones entre ambas naciones, que fue establecida por la dictadura militar en 1974.
“Brasil y China son actores fundamentales para el proceso de reforma de la gobernanza global. Además de los vínculos políticos existe una relación económica de primer orden. La visita servirá para reiterar el esfuerzo de Brasil en continuar y ampliar los números del intercambio bilateral, al tiempo que se diversifican los productos brasileños exportados”, señaló el embajador Eduardo Paes Saboia, secretario de Asia y Pacífico en Itamaraty. Fue el miércoles en conferencia de prensa, donde señaló además que la apuesta es a “aproximar las respectivas políticas de desarrollo y programas de inversión, al tiempo que estrechan la coordinación en asuntos regionales y multilaterales”.
El diplomático recordó la historia de la evolución en las relaciones bilaterales que tuvo su punto culminante en 2012, durante el gobierno de Dilma Rousseff, cuando se estableció el “diálogo estratégico global” entre los dos países. Cuando Lula retornó al poder en 2023, uno de sus primeros viajes internacionales fue precisamente a Beijing (en abril del año pasado), donde fue recibido por Xi Jinping. Luego vendrían una serie de acuerdos geopolíticos como la elaboración conjunta de un plan de paz que ponga fin al conflicto entre Rusia y Ucrania.
El diplomático brasileño descartó cualquier inconveniente con Estados Unidos, por cuenta de esa permanente aproximación con el gigante asiático. “Nuestra relación con China ya atravesó varios gobiernos norteamericanos, varias situaciones internacionales diferentes y, en estos años, no hizo más que fortalecerse”. Aclaró, en ese contexto, que Brasil “mantiene excelentes relaciones con los Estados Unidos”.
La afinidad de Xi Jinping con América Latina: medio mundo de distancia, pero buenos vecinos
Es evidente, estos días, que la atracción ejercida por China sobre Lula y sus ministros tiene un fuerte componente económico; particularmente, la industria automotriz. El Palacio del Planalto “quiere” también que se esparzan las inversiones chinas para cubrir las necesidades brasileñas de mejorar su infraestructura, para lo cual precisa de las inversiones chinas. Y busca mantener y ampliar “la gran relación comercial” ya existente. Los gobiernos deben anunciar una serie de tratados en agricultura, comercio, inversiones, infraestructura, industria, finanzas y ciencia y tecnología. En la actualidad, China es el socio comercial más importante de Brasil.
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