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Infarto y sedentarismo

La Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) publicó recientemente en su revista los resultados de un interesante estudio sobre los efectos de reducir el sedentarismo, si bien reconocen los especialistas que estos no están aún del todo claros. A partir de un momento bisagra como el de sufrir un infarto, cada decisión adquiere un nuevo peso.

El estudio se realizó sobre más de 600 adultos, de entre 21 y 96 años, tratados por infarto o dolor torácico entre septiembre 2016 y marzo 2020 en el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, Nueva York.

La principal conclusión fue que quienes permanecen sentadas o sedentarias durante más de 14 horas diarias tendrían mayor riesgo de sufrir un evento cardiovascular o morir en el año posterior al tratamiento en un hospital luego de síntomas de ataque cardíaco.

Reemplazar el sedentarismo por sueño o actividad física de algún tipo, incluso leve, se asocia con disminución de este riesgo. Investigaciones anteriores referían incluso que muchos pacientes infartados pasaban entre 12 y 13 horas despiertos sin hacer actividad física.

Para el nuevo estudio, se entregó a los participantes un acelerómetro de muñeca que permitía monitorear su actividad física en los 30 días posteriores a recibir el alta. Quienes menos se movían tenían un riesgo 2,58 veces mayor de repetir un problema cardíaco en el siguiente año.

Los hallazgos incluyeron que quienes reemplazaban 30 minutos de sedentarismo por actividad física moderada o intensa reducían el riesgo de muerte y de episodios cardiovasculares en un 61% de los casos; mientras que, si esta era leve, la reducción era del 50%. Incluso practicar actividades de baja intensidad como ordenar la casa, cocinar o pasear, también se asocian con disminución del riesgo.

No es necesario correr una maratón para generar beneficios, basta con moverse a menudo, pasar menos tiempo sentado y dormir un poco más. Reemplazar el tiempo de inactividad por 30 minutos de sueño, tiempo reparador del cuerpo y la mente, mostró el beneficio reduciendo el riesgo en un 14%.

Las enfermedades cardiovasculares se cobran 17,9 millones de víctimas cada año entre población adulta, más que cualquier tipo de cáncer o enfermedad respiratoria.

Cuatro de cada cinco vidas perdidas por estas patologías se corresponden con cardiopatías coronarias y accidentes cerebrovasculares, mientras que una tercera parte ocurren de manera prematura en menores de 70 años.

En nuestro país, fallecieron 100.000 mil personas por enfermedad cardiovascular, en 2023. Como ha quedado también demostrado, las patologías cardíacas no son privativas de los hombres. De hecho, son la principal causa de muerte en población femenina en la Argentina.

Además de mantenerse en movimiento, las recomendaciones habituales incluyen alimentación saludable, controlar el estrés, no fumar, controlar la presión arterial, el colesterol y el azúcar en sangre y dormir bien. Cuidar nuestro corazón es vital.

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