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A cuatro años del escándalo de la fiesta de Olivos: quién filtró las fotos?

Un 12 de agosto como hoy, pero de 2021, salieron a la luz las imágenes que desataron una tormenta perfecta para el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. En esas fotos, y en los videos que también circularon por esas horas, se veía al entonces Presidente celebrando el cumpleaños de la primera dama Fabiola Yañez en un quincho de la Quinta de Olivos, rodeados de invitados, sin barbijos ni distancia social y en un momento en que la propia Casa Rosada había decretado que todos debían permanecer encerrados en sus hogares para frenar el avance del Covid. Pero, ¿de dónde salieron esas imágenes y quién las filtró al periodismo? Las hipótesis en danza siempre inquietaron a Fernández e incluyen a su mismísima vicepresidente como una de las sospechadas por la filtración.

A continuación, lo que investigué sobre el asunto en mi último libro, “El martirio”, publicado por Planeta y dedicado al escándalo de Alberto y Fabiola.

Los textuales:

* Fabiola y Sofía Pacchi eran mejores amigas. “Hermanas”, según la segunda. Se conocían desde hacía largos años, como atestiguan unas fotos de octubre de 2009 donde se ve a ambas en un evento nocturno en la disco Jet Lounge, la Fiesta Halloween Chandon. En esas imágenes, Yañez aparecía disfrazada de marinera, con el correspondiente gorrito y un generoso escote, y Pacchi vestía toda de blanco, cual novia radiante.

Las dos eran modelos por entonces y frecuentaban la noche porteña. Pacchi llegó a ser chica de tapa de la revista masculina Hombre, y dijo en esa producción hot: “Mi cola tiene muy poco uso, todavía duele mucho y no me animo a probar bien”. Fabiola, más recatada, había hecho varias pasadas en el segmento de moda en un programa de Susana Roccasalvo en el Canal 26 del ex diputado peronista Alberto Pierri.

Cuando la modelo del disfraz de marinera se convirtió en primera dama, la otra pasó a trabajar como su asesora, codo a codo con ella, con disponibilidad horaria total. Pasaban más tiempo juntas que el que Fabiola compartía con Fernández.

Hasta que un día se pelearon a muerte. No cualquier día, sino el 11 de agosto de 2021, un miércoles. Horas después, el jueves, se terminaría filtrando la imagen del festejo de Yañez en la Quinta de Olivos en plena cuarentena.

Otra vez una foto de las dos y otra vez una fiesta, pero ya no de disfraces sino de cumpleaños.

¿Qué fue lo que pasó entre las dos “hermanas”?

La versión oficial, que es la más extendida, indica que la pelea fue porque Fabiola sospechaba que su amiga había estado detrás de esa filtración a los medios. Aunque las fechas no cierran, ya que eso ocurrió al día siguiente.

Hay que recurrir, entonces, a la versión paralela, que además es la que traslucen los chats y las declaraciones judiciales de los implicados.

El miércoles de la pelea, la ex primera dama asegura que su amiga le mostró algunos mensajes que le habría mandado el entonces Presidente a su celular. En uno de ellos, enviado a las 0.54 de la madrugada y publicado por TN e Infobae, se lee que Alberto le propone: “¿Por qué le hacés caso a Fabiola si vos querés estar conmigo?”.

Ante la falta de respuesta, Fernández insiste un minuto más tarde: “Podés estar conmigo y sos libre de estar conmigo”.

Lo que más le dolía a Yañez no era la supuesta infidelidad de él –a eso ya estaba acostumbrada–, sino la traición de su “hermana”.

–Le hizo la cruz desde ese día –me confirma un conocido relacionista público que trabajó con ambas en Olivos.

–¿Entonces no la echaron por filtrar la foto de la fiesta? –pregunto.

El RRPP contesta:

–Eso se dijo desde un principio para tapar lo otro. La verdad es que Fabiola le descubrió algo con Alberto.

Pacchi dejó de trabajar junto a la primera dama desde entonces. La pelea fue feroz.

Pero lo que siguió esa misma noche resultó aun peor. Según el relato de Fabiola ante los tribunales de Comodoro Py, discutieron fuerte con el entonces Presidente porque ella le enrostró esos mensajes.

Alberto, según el fiscal de la causa, “zamarreó a Yañez de sus brazos, provocándole una lesión en una de sus extremidades, y la sujetó con sus manos del cuello”.

Yañez explicó que esa vez no le quedaron marcas para mostrar.

* El 12 de agosto de 2021 fue un infierno para el Gobierno. Repasemos. A las 13.23 de ese jueves, la periodista Guadalupe Vázquez lanzó la primicia de la foto de la fiesta de Olivos en su programa “Más Data” del canal LN+. Era la confirmación definitiva del escándalo. En la imagen se veía a once personas festejando en el chalet presidencial, sin barbijos ni distancia social, y en un momento en el que las reuniones estaban prohibidas por decreto por el propio Fernández, uno de los comensales de aquella noche del cumpleaños de Yañez. En esa imagen aparecían él, Fabiola de su mano, y los invitados, todos cercanos a la primera dama, incluida su todavía amiga Pacchi. Había trascendido una primera foto dos días antes en las redes sociales, pero en ella –un primer plano sin ambiente– no alcanzaba a distinguirse de qué se trataba aquello. Podía ser de cualquier momento. Y el Gobierno incluso sostenía que estaba trucada, y que el Presidente, en el fondo de la imagen, había sido “implantado” con un fotomontaje. Pero ahora, con la exclusiva de Vázquez, ya no cabía ninguna duda: allí estaban los anfitriones y sus invitados alrededor de una mesa, todos amontonados, sonriendo para la cámara.

El efecto de la revelación fue devastador y significó un momento bisagra, un antes y después no solo para la gestión de Alberto, sino también para su relación con Fabiola.

No fue un simple “brindis”, como dijo el Presidente, sino una fiesta a todo trapo en la que cada comensal podía pedir el menú que quisiera. Alberto, según reveló Vázquez, comió ojo de bife. Otros optaron por sushi, paella o salmón. Todo regado con abundante champagne y vino. Y de postre estaba la imponente torta adornada con pétalos de rosas cuya imagen también había trascendido en las redes, y sobre la que se estampaba esta frase: “Feliz cumple, Fabi, te amo”.

Todo eso había ocurrido en el momento más duro del aislamiento social decretado por Alberto, un 14 de julio de 2020, el día en que la primera dama cumplía 40. Pero recién trascendió un año después.

* Observemos el proceso de la filtración en cámara lenta, porque depara varias sorpresas.

La segunda foto, la que confirmó todas las presunciones, se la dio uno de los invitados a Guadalupe Vázquez, según aseguró la periodista.

¿Quién había sido?

Algunos, como se dijo, hablaban de Pacchi.

Otros señalaban al coiffeur de la primera dama, Federico Abraham, el mismo que, según la defensa de Fernández, la abastecía de alcohol a escondidas, y el mismo del peinado de Evita que lucía ella en los tiempos iniciales del Gobierno. En contra del estilista jugaba el dato cierto de su cholulismo. Sonaba bastante creíble que hubiera entregado la foto a cambio de algún “canje”, como que le hiciesen una nota.

Pero la teoría más probable es que la filtración fuera producto de una casualidad o, mejor dicho, de la astucia de la periodista, una vieja conocida de aquel grupito de “fabiolos”.

Eso cuenta Mauricio D’Alessandro, el abogado de Yañez en el caso de violencia de género.

–Lo que a mí me dicen es que Guadalupe Vázquez se la “birló” a una de las amigas de ella –afirma.

–¿Cómo sería eso? –pregunto.

D’Alessandro contesta:

–Parece que Guadalupe le escribió a la amiga, como reclamando: “Che, pero a mí no me invitaron”. Y la amiga le contesta: “No, pero no fue nada del otro mundo, fue una cosa sencilla”. Y le manda la foto.

D’Alessandro es una fuente calificada: en la causa que judicial que se inició por esa fiesta representó a una de las invitadas, Stefi Domínguez, abogada y autodenominada “health coach”.

Obviamente, asegura que no fue ella la que filtró la imagen.

La propia Guadalupe Vázquez pareció confirmar esta historia en un reportaje que tiempo después dio en la pantalla de LN+. Ahí dijo: “No hubo mala intención. Realmente la persona que me dio la foto no tenía dimensión de que podía generar un daño difundiendo esto”. Y agregó sobre las motivaciones de quien había sido su fuente secreta: “Había tantas especulaciones sobre qué tipo de fiestas se hacían en Olivos que creo que un poco su idea fue decir: no, fue una reunión nada más, fue un cumpleaños casi familiar”.

Vázquez contó que le llevó unos días chequear la veracidad de foto –semejante bomba no podía lanzarse sin plena certeza– y que, en el ínterin, apareció la otra imagen, la que se difundió en las redes. Eso la llevó a comparar ambas –las mismas personas, la misma ropa, el mismo lugar– y entonces decidió acelerar. La amiga indiscreta le había rogado que no publicara la foto, pero, cuando salió la otra, se vio liberada de ese compromiso.

Vázquez agregaba: “No fue nadie de los servicios de inteligencia, ni nadie de la política”.

Lo decía, en parte, porque las sospechas sobre la filtración por esos días también recayeron sobre quien había sido su novio. ¿Quién era? El vocero de Alberto Fernández, Juan Pablo Biondi, a quien la periodista había conocido en la campaña presidencial de 2019.

Guadalupe y Biondi ya no estaban juntos cuando ella publicó la foto, pero en la Casa Rosada igual hubo murmullos.

¿Y si él le había pasado la imagen en un descuido? ¿Pero por qué la tendría en su poder, si no había estado en el festejo?

Dicen que Fernández le había advertido en los primeros meses de la gestión al vocero:

–Si ella me genera algún problema, te vas.

Es que Vázquez trabajaba en un medio que criticaba con dureza al Gobierno.

Tras la difusión de la foto, Horacio Verbitsky escribió en su portal El Cohete a la Luna: “Vázquez es o fue compañera sentimental del vocero del Presidente, quien no se separa de él ni dentro ni fuera del país. Desde el Gobierno se afirma que esa relación está terminada”. Y sumó un dato intrigante: “Si en agosto de 2020 aducían estar separados, en febrero de este año lo desmintieron en las redes. Ella informó que comenzaba un nuevo programa político en Radio Rivadavia junto con Sergio Berensztein, y Biondi le respondió con un mensaje de aliento ‘aunque no coincidimos en nuestros puntos de vista’, y se despidió con un elocuente ‘Te amo’”.

Por obra de la filtración de la fiesta, hasta el siempre hosco Verbitsky se mostraba interesado en los caprichos del corazón. Era una cuestión de Estado.

* Hay que detenerse en otros de los elementos filtrados, los tres videos del cumpleaños que aparecieron en El Destape el 18 de agosto, seis días después de la foto publicada por Guadalupe Vázquez. Ese portal pertenece al periodista kirchnerista Roberto Navarro, con lo cual se abría el interrogante de por qué difundía esas imágenes. ¿Se sumaba a la ofensiva contra Alberto? Nada de eso: Navarro aclaraba, generoso, que publicaba aquel material porque sabía que estaba en manos del enemigo, que pensaba difundirlo horas antes de las elecciones para que el efecto fuera doblemente devastador. Lo suyo era una suerte de “control de daños”.

Esto decía el periodista K en la bajada de aquella nota firmada por él: “El Destape accedió a las imágenes del festejo de cumpleaños de Fabiola Yañez en Olivos que la oposición esperaba usar para golpear al Presidente antes de las elecciones. Con las imágenes de la reunión, que Alberto reconoció como un error, Macri y su canal armaron una operación para perjudicar al Presidente utilizando el dolor de las víctimas. Los detalles de la campaña sucia”. Y el título decía: “El video de la discordia en Olivos y la operación buitre del macrismo”.

El canal que atribuían a Macri era LN+, donde había salido la primicia y donde –según versiones recogidas incluso por la heredera del fallecido director de La Nación, Esmeralda Mitre– el líder del PRO había invertido dinero.

El kirchnerista Navarro, entonces, le aclaraba a Fernández que publicaba los videos por su propio bien. Mejor sufrir el “fuego amigo” que dejar esas evidencias en manos de otros. Cuanto más lejos de las elecciones trascendieran esos videos, menos peligrosos resultarían.

A Alberto, sin embargo, el curioso argumento lo hacía dudar.

–Nos están tomando por boludos –me dijo en aquel momento un alto funcionario que entrevía otra intención en aquella jugada de Navarro.

¿Era una orden de la jefa?

La pelea de Alberto con su vice también se colaba en las intrigas por la difusión de aquellas imágenes.

Otra de las pruebas que sustentaron la revelación sobre la fiesta fue la de los registros de ingresos a la Quinta de Olivos. Quien dio a conocer esa documentación sensible en su cuenta de Twitter –hoy X– es el usuario @gonziver, autodefinido como periodista y cibermilitante del PRO, tanto que él y otros macristas de las redes fueron parte fundamental en la campaña del “Sí, se puede” con la que el ex presidente intentó una remontada imposible en la elección de 2019 contra Fernández, luego de haber caído en las PASO. Con todo, la diferencia en favor del ganador se achicó de 15 a 8 puntos para las generales.

El tal @gonziver, según publicó Verbitsky, también era algo más: ¡un técnico informático del Grupo Clarín! Decía Verbitsky: “Su verdadero nombre es Gonzalo Vergareche. Es analista digital senior de Telecom Fibercorp, la última joya de la corona del Grupo”.

¿Cómo había obtenido los registros de ingresos? Simple: con un pedido de acceso a la información pública, respondido meses después. La información ya estaba disponible en su cuenta de Twitter. Solo había que buscarla, que es lo que hizo Guadalupe Vázquez.

En su programa de Radio Mitre, Eduardo Feinmann entrevistó a Vergareche tres años después del escándalo de la fiesta, en agosto de 2024. Y el tuitero del PRO, técnico informático y periodista –no se sabe en qué orden– fue muy transparente en sus respuestas: “Pedí los listados por revancha”, explicó sin vueltas. “El 8 de noviembre de 2019, varios tuiteros fuimos a visitar al presidente Mauricio Macri y quedó registrado nuestro ingreso a Olivos. Dos años después, Rodolfo Tailhade se hace con ese listado y hace públicos nuestros nombres y nuestros documentos en Twitter diciendo que somos los trolls de Macri. Yo dije: bueno, si esta persona puede libremente publicar datos de ingreso, yo puedo hacer lo mismo”.

Venganza pura.

El mencionado Tailhade es un diputado kirchnerista que antes de entrar al Congreso había pasado por la Escuela de Inteligencia de la AFI, hoy nuevamente llamada SIDE. Por aquel antecedente lo bautizaron “el dipu-espía”, y los secretos ajenos siempre fueron su especialidad.

¿Y Vergareche? No, él niega cualquier relación con el mundo de la inteligencia, al menos formal. Alcanza con que se defina militante del PRO y visitante de la Quinta en tiempos de Macri.

Decía Vergareche en aquel reportaje con Feinmann que el pedido de acceso a la información pública incluso lo había llevado a pisar la Casa Rosada, lo cual suena algo raro: “El requerimiento lo hice por mail. Es muy simple, pero tarda. Te pueden enviar la información vía un link para descargar o, como en mi caso, un CD que me lo dieron dentro de la Casa de Gobierno”.

Con el CD en sus manos, fue derecho al asunto. “Decidí elegir dos fechas icónicas, el cumpleaños de Alberto y el cumpleaños de Fabiola fueron los dos primeros archivos que abrí”, explicó.

Un olfato notable.

Hasta ahora tenemos, en este racconto de la filtración, a una amiga de los “fabiolos” y novia del vocero presidencial, a un medio ultrakirchnerista que le explicó a Alberto que en realidad le estaba dando una mano y, por último, a un tuitero del PRO y empleado del Grupo Clarín. Todo muy surtido.

* Pero falta hablar de la primera foto, aquella que mostraba al grupo de invitados en un plano más cerrado y no permitía adivinar dónde estaban. Es una prueba fundamental porque fue la que apuró a Guadalupe Vázquez a publicar la que tenía ella y, de paso, le sirvió de confirmación adicional. Lo llamativo de esa imagen primigenia es que surgió de la nada, subida a Twitter, a través de cuentas que hoy ya no existen y que ni siquiera los medios especializados en estos menesteres, como el sitio Chequeado, pudieron rastrear. El lugar común del periodismo para referirse a la procedencia de esa foto es que “apareció en las redes”. Y cuando algo así sucede, todo se vuelve vidrioso.

¿Quién la filtró? Desconocido.

¿Cuándo? Un día antes de que Guadalupe Vázquez publicara la segunda foto, tal vez dos o tres.

¿Quién fue el primero en mostrarla en televisión y potenciar su efecto? Eduardo Feinmann, en la pantalla de LN+.

¿Qué generó? Que el Gobierno saliera a hablar de fake news y fotomontaje, y también que Vázquez, en paralelo, pudiera chequear y publicar su propia foto, ya que hasta entonces su fuente se oponía.

–Pero si ya salió una foto de la fiesta –dice Guadalupe que le explicó.

–Ah, entonces sí –la habilitó su fuente.

Cuando una imagen aparece así, por arte de magia, en Internet, y resulta imposible determinar su origen porque aquellas cuentas apócrifas desde las que fue lanzada se esfuman, es evidente que hay una intencionalidad política detrás y que la operación la montó alguien que tiene los “fierros” para eso. Puede haber sido un hacker, un agente de la SIDE o un opositor con conocimientos en el rubro.

Internet sirve como base de lanzamiento para todo tipo de operaciones. Los chats de los “huemules” de Lago Escondido, por ejemplo, también aparecieron primero en un sitio desconocido que, cuando logró su objetivo, se desintegró en el aire.

Nadie fue.

Pero Alberto tenía una seria sospecha. No apuntaba contra la oposición, tampoco contra Clarín u otros medios. No: el entonces Presidente creía ver, detrás de la difusión del escándalo, la mano invisible de su vice.

Si el supuesto “favor” de Roberto Navarro le llamó la atención, más lo alertó la extraña forma en que, al inicio de todo, había aparecido esa primera foto en Twitter.

El periodista Francisco Olivera, coequiper de Guadalupe Vázquez en su programa televisivo, lo resumió así en su columna del diario La Nación: “¿Fuego amigo? En la Casa Rosada sospechan que el Instituto Patria difundió la imagen. El origen de la suposición es el creciente malestar de la vicepresidenta”.

Pero la pregunta obligada es: ¿por qué Cristina querría dinamitar la credibilidad de un gobernante al que ella misma había colocado en el poder hacía menos de dos años? La respuesta que daban en el entorno de Alberto hablaba de las continuas señales de autonomía por parte de él, quien había llegado a tener altos niveles de popularidad durante las primeras semanas de la pandemia y que, aunque ahora venía en baja, aún podía darse el lujo de ignorar a CFK en algunas de sus imposiciones.

Si Alberto finalmente despegaba, si por algún milagro ganaba las elecciones de medio término, ella pronto podía pasar a ser historia. Cristina se había cansado de sus gestos de independencia.

Según esa lectura conspirativa, tal vez esa primera foto que apareció de la nada, y que era el verdadero germen del escándalo, había sido filtrada por los propios los servicios de inteligencia del Gobierno, cuyo manejo estaba en manos de funcionarios de CFK. Por más que la interventora de la AFI fuera Cristina Caamaño, luego reemplazada por Agustín Rossi, el que manejaba el organismo en los hechos era el camporista Juan Martín Mena, un soldado fiel de la jefa.

El día en que Eduardo Feinmann mostró esa primera foto en su programa, el 11 de agosto, el clima ya era irrespirable. Se cumplían dos años exactos del triunfo de Alberto contra Macri en las PASO de 2019 y la Casa Rosada, para celebrar las efemérides, posteó una imagen de los festejos en el búnker. Estaban el Presidente y todos los suyos, pero faltaba una sola persona: Cristina.

Desde la cuenta de Twitter de La Cámpora respondieron a ese posteo con ironía: “Che, se olvidaron de alguien”.

Y debajo, la jefa agregó su propio comentario: “Es buena la memoria”.

Alberto no dejó ningún posteo.

Cuando la bomba detonó, el 12 de agosto, Cristina envió a un emisario a hablar con Fernández, que ya no le contestaba el teléfono con tanta facilidad.

El mensaje de ese enviado era terminante:

–Dice que salgan a pedir disculpas.

Pero el bochorno de Alberto escudándose en su “querida Fabiola” y el silencio de la primera dama solo empeoraron el asunto.

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