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Días de psicosis en Olivos: adelanto de la tapa de Noticias

Sobre lo que sucedió en las últimas horas del dramático viernes 29 de agosto, luego de que se conocieran dos audios de Karina Milei grabados en una reunión privada, hay dos versiones en el Gobierno.

La primera es la que más cómoda le queda al oficialismo. Presenta todo lo que sucedió desde aquella noche como una orquestada maniobra de ingeniería política: la decisión de judicializar la difusión de los audios y la de allanar a los periodistas que los habían publicado sería, según este relato, una acción planificada por los popes del Ejecutivo para desviar el foco de la conversación pública. Para que se deje de hablar de las coimas que estaría recibiendo la hermana del Presidente de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis). Algunos que orbitan la Casa Rosada se animan a dar un paso más allá. “¿Quién te pensás que los hizo difundir? Unos donde Karina no dice absolutamente nada incriminatorio, sólo queda como una persona que llega a primerísima hora a la Rosada y se mata trabajando”, sugieren. De más está decir, esta historia según la cual pasan de estar asesiados por el mayor escándalo de corrupción de su gestión a una contraofensiva planificada deja al Gobierno, si no bien parado, al menos todavía en el ring. Controlando o intentando controlar la situación.

La otra versión es, en cambio, mucho menos generosa acerca de la estabilidad de quienes conducen Argentina. Se podría decir que nada. Según circuló entre los pasillos del poder, cuando escuchó la voz de su hermana dando vueltas en las redes Javier Milei entró en un serio rapto de violencia, varios pasos más arriba de un enojo normal. Esa furia era, según murmuraban por lo bajo en la Rosada, sencillamente incontrolable. Allanar a periodistas no era suficiente para el Presidente. Quería más. Un operador del oficialismo jura que, en esas horas de tensión, se llegaron a deslizar teorías insólitas y más allá de la ley como la detención de los periodistas involucrados o el cierre de facto del canal de streaming Carnaval. Santiago Caputo y Patricia Bullrich habrían sido los encargados de calmar al “León”, hacerle ver que lo que pedía sería, además de inconstitucional, un enorme error político. De acuerdo a esta versión, la avanzada judicial contra Jorge Rial y Mauro Federico habría sido hecha no con fines de efectivamente realizarse, sino simplemente para tranquilizar a Milei, casi como lo que hacen dos padres cansados que quieren poner en caja a un niño encaprichado. De hecho, la decisión del fiscal Carlos Stornelli de reivindicar la protección de las fuentes periodísticas y no enviarle la fuerza pública a los periodistas fue recibida con alivio en la Rosada. Llamativamente, casi nadie se sorprendió. Casi como si hubiera sido algo que esperaban.

¿Cuál de las dos historias será la real? Esta editorial puede probar que la segunda tiene toda la marca del modus operandi del Presidente: la decisión declarada de Milei de intentar cerrar Perfil -dicha en público en tres oportunidades por él, además de los aprietes que provienen del Estado que comanda- fue hecha después de un rapto de desequilibro emocional, luego de ver una tapa de esta revista donde se revelaba la verdadera cantidad de perros en la Quinta de Olivos. Exactamente igual. Sin embargo, ahora la paranoia parece haber envuelto, audios y filtraciones mediante, a todo el Gobierno. Son días de zozobra para La Libertad Avanza.

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