Tiene 86 años. Llegó a la Argentina en 1992. Es el máximo empleador de la zona de El Bolsón. Amigo de funcionarios y políticos, expandió inversiones y terminó siendo blanco de críticas del kirchnerismo.
A la inmensa historia del empresario británico Joseph Lewis, nombre de peso en la Patagonia argentina, le faltaba una estampa más: un enredo judicial que puso al magnate en las primeras planas internacionales y casi tras las rejas.
La Justicia de Estados Unidos acusa al dueño de Lago Escondido, sempiterno espejo de agua ubicado a 30 kilómetros de El Bolsón, en Río Negro, de diseñar un esquema «descarado» de información sobre compañías en las que invirtió y circularlo a amigos, pilotos privados y «a una ex novia» para beneficio de ellos mismos. Son 19 cargos entre los que se cuentan fraude bursátil y tráfico de información privilegiada.
Lewis, de 86 años, cuyo fideicomiso familiar controla la mayoría accionaria del club Tottenham Hotspur, presentó este miércoles su descargo y consiguió seguir libre tras colocar como garantía un avión privado y su yate Aviva, que vale 300 millones de dólares y es donde pasa la mayor parte del tiempo entre Bahamas y Londres.
Pero toda su fama, en la Argentina, viene dada por su desembarco en Lago Escondido en 1992. El magnate llegó a los confines del mundo buscando concretar el sueño del paraíso privado. Fue dirigido hacia la zona de El Bolsón. Lo sedujeron con una propuesta irresistible: comprar la totalidad de la tierra que bordea a un lago prácticamente desconocido, en un área deshabitada y a pocos kilómetros de la frontera con Chile.
Fue lo que hizo. Lewis consiguió rápido los avales para comprar legalmente y se convirtió en el dueño de esas 12 mil hectáreas de belleza exuberante. Así, en pocos años, pasó a ser el máximo empleador de El Bolsón a través de su firma Hidden Lake S.A.. Se ganó el apodo de «Tío Joe» por sus donaciones incesantes de ambulancias, salas de primeros auxilios, centros educativos y hasta unidades de lucha contra el fuego.
Lago escondido fue mutando de lugar recreativo a un sitio desde donde se definieron inversiones importantes por ejemplo en materia de energía para la Argentina. En el mundo empresario es conocida la relación de Lewis con el industrial Marcelo Mindlind a través del holding Pampa Energía, uno de los adjudicatarios para la construcción del gasoducto Néstor Kirchner.
Así como Cristina Kirchner siendo presidenta alquilaba su helicóptero para hacer giras por yacimientos de YPF, también Mauricio Macri se ha jactado de tener con el magnate una gran amistad. Macri y Lewis han compartido tertulia hasta con el mismo Barack Obama en ocasión de un viaje del ex presidente norteamericano a la Patagonia argentina.
Pero la controversia no es ajena a la permanencia de Lewis en el Sur. Desde el mismo momento en que se convirtió en propietario, Lewis fue denunciado por impedir el acceso al espejo de agua. Vecinos reactivos a su presencia, agrupaciones de izquierda, representantes de pueblos originarios y sectores marginales del kirchnerismo han convertido las denuncias contra Lewis casi en una bandera política.
Mientras sus detractores plantean que no permite el acceso al lago, sus voceros ratifican que cumplen con la ley. En efecto, para llegar al lago existen, por un lado, el camino privado que utilizan los empleados y los invitados de Lewis, y dos caminos públicos que permiten arribar a diferentes márgenes, según comprobó este cronista en varias ocasiones.
En el último verano, Juan Grabois se puso al frente de una remada militante hasta el mismo frente de la mansión, que culminó con un acto «en defensa de la soberanía». Los empleados argentinos de Lewis los miraban sin comprender. Los terminaron echando, luego de brindarles agua y asistencia médica.
La denuncia fue presentada por el ministro de Justicia, Martín Soria, luego de un pedido que hizo el presidente Alberto Fernández por cadena nacional, horas antes de que se conociera una sentencia contra Cristina Kirchner por corrupción en la causa vialidad. Para la vicepresidente ese viaje a las tierras del magnate se enmarcaba dentro de su tesis del lawfare y la persecución judicial y mediática de la que dice ser víctima. La denuncia no prosperó.