Este jueves 11 de enero se dio a conocer que el presidente Javier Milei envió una carta al papa Francisco. En ella, el mandatario invitó al Sumo Pontífice a que visite el país, puesto que evaluó que su presencia contribuirá “a la unidad” de los argentinos. En tanto, ponderó “su obra y su persona”.
Así lo confirmó el vocero presidencial, Manuel Adorni. Luego se publicó el contenido de la misiva de dos carillas en las redes oficiales de la presidencia, junto a una foto en la que se ve al mandatario firmarla. A su lado se encuentra observándolo su hermana, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.
Esta postura es un gran cambio frente los comentarios y las críticas que Milei hizo en contra de Francisco durante su campaña. Sin embargo, tras su asunción, el jefe de Estado mostró un cierto acercamiento hacia la Santa Sede. A fines de noviembre, el papa se comunicó telefónicamente desde el Vaticano con Milei, luego de que el líder de La Libertad Avanza ganara las elecciones presidenciales. Se trató de un gesto que marcó el inicio de su relación personal. Según detallaron fuentes de La Libertad Avanza a LA NACION en ese entonces, el presidente electo había invitado a su Santidad a visitar la Argentina tanto en una visita de Estado, como también en su carácter de líder del catolicismo y clérigo.
Vale recordar que, desde el nombramiento de Jorge Bergoglio como cabeza de la Iglesia Católica en 2013, el Sumo Pontífice nunca vino a el país.
Santo Padre:
Agradezco su muy significativo llamado telefónico del 22 de noviembre, luego de mi elección como Presidente. Valoro sus sabios consejos y sus deseos de coraje y sabiduría para mi persona, tan necesarios para encarar los destinos de nuestra Patria y de nuestros conciudadanos.
En lo personal, sus palabras fueron un gesto de aliento, además de afianzar mi convencimiento sobre la urgencia de transformar la realidad que atraviesa nuestro país para asegurar la paz y prosperidad, mediante las reformas sociales y políticas que son tan necesarias.
También aprovecho esta oportunidad para agradecerle la participación de la Santa Sede en la ceremonia de mi asunción como Presidente de la Nación el pasado 10 de diciembre, al enviar como su Representante al Nuncio Apostólico en Chile, Monseñor Alberto Ortega Martín.
Santidad, los argentinos atravesamos tiempos de aflicción y de esperanza. Observamos a nuestro alrededor como la pobreza con sus diferentes rostros y consecuencias alcanzan a la mitad de nuestros compatriotas. Nuestra economía se encuentra en estado crítico y es preciso adoptar medidas para evitar una catástrofe social con consecuencias dolorosas.
Teniendo presente su consejo de tener sabiduría y el coraje necesarios, en mis primeras semanas de gobierno he procedido a proponer una serie de medidas de gobierno destinadas a transformar la situación que la República Argentina padece hace décadas.
Somos conscientes que estas decisiones pueden profundizar inequidades, por lo que nuestra prioridad máxima es proteger a nuestros compatriotas más vulnerables, agradeciendo la colaboración de la Iglesia Católica, cuya acción en el campo social es invalorable.
Usted bien sabe que no necesita invitación para venir a la Argentina. A riesgo de decir lo innecesario, le invito a visitar nuestra amada Patria, conforme a las fechas y los lugares que nos sean indicados, teniendo presente el deseo generalizado de nuestras ciudades, provincias y pueblos de contar con Su presencia y transmitirle su filial afecto.
Como Presidente de la Nación Argentina, considero que su viaje traerá frutos de pacificación y de hermanamiento de todos los argentinos, ansiosos de superar nuestras divisiones y enfrentamientos.
Su presencia y su mensaje contribuirían a la tan deseada unidad de todos nuestros compatriotas y nos brindará la fuerza colectiva necesaria para preservar nuestra paz y trabajar por la prosperidad y el engrandecimiento de nuestra querida República Argentina.
Sé que el tiempo es escaso. Aun así, espero que pueda viajar para la alegría de todo el pueblo argentino. Reitero a Su Santidad las seguridades de mi más alta consideración y respeto por su obra y su persona.
Javier G. Milei
LA NACION