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Me llevé del set la importancia de la vida

Por un lado, está toda la experiencia de lo que fue rodar en la avalancha, que eso fue duro físicamente, fue agotador: fue estar en una especie de freezer con nieve adentro. Filmar enfermo y seguir filmando. Emocional y físicamente fue duro”, dice Enzo Vogrincic, al contar momento que recuerde cómo tremendos del rodaje de La sociedad de la nieve, la película de J.A. Bayona que se ha convertido en un suceso en Netflix. Y el uruguayo que interpreta a Numa, el narrador del film, suma: “Después tenes otro tipo de escenas: las escenas más íntimas, con conversaciones tremendas, y entras a lugares tan profundos sobre la vida y la muerte que te mueven directamente. Estas actuando con algo muy poderoso, y con entradas muy considerables en esas conversaciones”. Vogrincic sabe que el público se ha conectado de manera global con el film nominada al Oscar y cree que eso se debe a “emocionales reales, muy personales, y por ende, al ver eso, la gente se la toma a esta historia como una cosa especial, una historia que le queda grabada, y ahí entonces te das cuentas que haces esto, que actuamos, que contamos, para generar cosas así.

—Salvando las enormes distancias, ¿creés que entendiste algo de una situación tan extrema?

—La distancia entre la realidad y la ficción, por sonar obvio, son infinitas, sin dudas. La realidad de tener que estar conviviendo con la muerte, o tu propia muerte en breve, es una dimensión que alguien como nosotros, que sabe va a morir pero al menos no lo ve cercano, jamás puede comprender, ni aunque quiera. Cuando es tan vívida esa sensación del fin, cuando es el tema de interpretación, sin dudas, es difícil la interpretación, porque no llegas hasta ahí, te acercas. No llegas, te acercas. Entonces, vas haciendo lo que podes frente a eso, tratás de acercarte, de sentirlo un poquito. Y el aprendizaje es tanto, es mucho: frente a estas condiciones a esta gente le surge el amor, le surge el amor por sus compañeros, por otras personas, por tu casa, por tus costumbres, por la comida que te gusta… el amor por la vida. Me llevo la importancia del amor a la vida, la importancia de saber cuidarla, la importancia de saber quererla. 

—¿Cómo trabajaron el mano a mano a la hora de la dirección de actores, los límites a la hora de los gestos, de cómo contar?

—Fue milimétrico por un lado, porque Bayona es una persona muy organizada y trabaja mucho las escenas, y las escenas las trae preparadas. Pero al mismo tiempo te cae con escenas nuevas, que no estaban preparadas, que no habías visto nunca. Que él escribió la noche anterior. Y él sentía que tenía que filmarla. Ahí empezás a filmar la escena de cero. Teníamos a María Laura Berch y a Gustavo Saffores, que eran los coach. María Laura venía entre toma y toma, y generaba un diálogo entre nosotros, un momento entre toma y toma donde quizás venía y te decía: “Enzo, no te preocupes, que 20% lo haces vos, y 80% lo hace la cámara”. A veces era todo lo contrario, y me hablaba al oído. A veces a algunos compañeros los abrazaba y los hacía entrar en estado. Las búsquedas eran infinitas, pero entre toma y toma, te regulaban, te ayudaban, era ella, o alguien o Bayona. Así ibas entre toma y toma, dejando esto, soltando aquello.

—¿Cómo era el vínculo entre ustedes y cómo sirvió para el rodaje?

—Nos hicimos hermanos, porque compartimos tanto. Desde el casting, que fue largo. Ahí nos amigamos, y nos decíamos “Nos vemos en la nieve”. Ya nos imaginamos juntos ahí, ensayar dos meses, estar en Barcelona juntos dos meses. Después ya era actuar con amigos. Amigos, después compañeros de trabajo. Acá que es una historia de amigos le da un sentido muy fuerte eso.

El cuento de sobrevivir

—¿Cómo vivís lo que ha pasado con tu personaje, que posee un punto de vista bastante especial?

— Yo no conocía a Numa. Cuando me dicen que soy él, empiezo a investigar y conozco su historia. Yo veo la película, y desconectó, y logró conectar con el personaje, más allá que sea yo. Me salgo, lo veo a Numa, y veo su historia. Ver que la gente conecta con él, con esa historia, como si lo conocieran, es algo muy lindo. Habla del trabajo, del esfuerzo, y la capacidad de Bayona para lograr ese nivel de intimidad, que sientas cosas por el personajes.

—¿Qué creés que quería contar Bayona?

—Él arrancó con esto hace muchos años. Y en ese proceso, descubre la historia de Numa, y ve algo ahí para contar. Sentía que lo que faltaba, que hablen los que no vuelven, porque no pueden contar. Entonces, contar desde un lugar diferente, es muy lindo, y muy especial y lo lleva a otra dirección. El vínculo con los sobrevivientes fue muy cercano. Ellos vivieron esta historia, tenía todo en su cabeza, estas imágenes, estas sensaciones. Entonces conocerlos, que nos cuenten, que estén listos a contarte, a poder hacerles preguntas. Te hace disfrutar un poco más. Ellos quieren que se cuente, más allá que tengan miedo. Por un lado, me da una responsabilidad, y me da un alivio el saber que están con ganas que suceda.

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