En el primer mes del año, la administración de Javier Milei consiguió superávit primario de 0,2% y un saldo comercial a favor de casi US$ 800 millones. Lo hizo al costo de pisar gastos y licuar pagos y con el derrumbe de las importaciones como consecuencia de la falta de dólares y la baja del consumo. Los analistas señalan que el saldo comercial seguirá siendo favorable por la recesión, pero el resultado primario podría complicarse en los próximos meses.
El balance comercial de enero que tuvo un superávit de US$ 797 millones, producto de un crecimiento interanual de las exportaciones del 9,6% y una caída en las importaciones del 14,3%.
Además, el ministro Luis Caputo anotó en el primer mes del año un superávit primario de 0,2% del PBI y logró registrar un superávit financiero -el resultado tras el pago de los intereses de la deuda- de 0,05% del PBI. Fue la primera vez que se logró este objetivo vez desde mediados 2012.
Con esto, al menos en el primer mes del año volvieron los superávits gemelos. Néstor Kirchner fue el último presidente que logró mantener los superávits gemelos de manera sostenida.
Desde PPI marcan que «surgen dudas en torno a la sostenibilidad de estos números durante todo el 2024, pues ni la licuación ni el freno al flujo de importaciones podrán ser permanentes».
Para LCG, «los datos confirman la dirección elegida por el Gobierno, pero todavía están lejos de implicar un avance real». La razón es que según precisa la consultora «el superávit primario de enero se explicó en buena parte por el freno de los pagos: Hacienda pagó menos de la mitad de los compromisos devengados en el mes. La deuda que quedó pendiente asciende a $ 2 billones, un monto equivalente al resultado primario mostrado. Es decir, sin este efecto contable, el superávit financiero no habría sido tal».
De todos modos, además de pisar partidas, el Gobierno aplicó un recorte del gasto real del 39% y del 30% en las prestaciones sociales, incluyendo jubilaciones, que cedieron 38%.
Para LCG, «el ímpetu del Gobierno en avanzar en la convergencia fiscal no deja de ser destacable, pero hasta el mismo FMI en su visita al país reclamó conseguir un mayor enforcement para los cambios propuestos de manera que puedan percibirse como sostenibles en el tiempo y terminen de apalancar las bases de crecimiento».
Para Salvador Vitelli, economista de Romano Group, para el resto del año «la cuestión crucial va a ser lo fiscal más que lo comercial. Este tipo de cambio que tenemos contrae importaciones y exacerba las exportaciones.»
Vitelli señala que el Gobierno «va a ir a ese sendero de superávit fiscal pero en el segundo semestre puede llegar a ponerse cuesta arriba, sobre todo teniendo en cuenta que un fuerte componente del ajuste fue la licuación de partidas. Esto quiere decir que en realidad no están remodelando toda la estructura del gasto sino que la inflación está haciendo el trabajo sucio. Y eso no es sustentable porque te condena a vivir con inflación alta».
«No siempre es bueno tener superávits gemelos, eso es una mitología«, advierte el economista Aldo Abram, de la Fundación Libertad y Progreso. «En este caso hay una parte buena ya que el superávit financiero se produce por un buen manejo de las cuentas públicas. En el otro caso no es bueno porque se da por una caída del consumo. No veo que esto sea sustentable en el tiempo«.
Para Abram, «el objetivo debería ser tener inversiones externas e ingresos de capitales que permitan financiar un proceso de crecimiento e inversión, con la economía gastando por encima de sus posibilidades, pero no ya financiado por el Banco Central sino por el sector privado. Los países emergentes a los que les va bien tienden a tener déficit de balanza comercial más que superávits«.