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Por posiciones proteccionistas, Cristina Kirchner está más cerca de Donald Trump que Javier Milei

Si los encuestadores argentinos se tomaran la molestia de preguntarle a la gente quién prefiere que gane la elección en Estados Unidos, seguramente el resultado marcaría una abrumadora preferencia por Donald Trump entre aquellos que votaron a Javier Milei, mientras que en el peronismo, sobre todo el ala kirchnerista, habría un apoyo a la «progresista» Kamala Harris.

No podría ser de otra manera: para un kirchnerista, Trump representa el «discurso de odio» y el rechazo a las políticas de inclusión social.

Sin embargo, en Argentina las cosas siempre son más complejas de lo que parece a primera vista. La realidad es que no sólo Milei ha mostrado admiración por Trump, sino que también lo ha hecho la mismísima Cristina Kirchner. La diferencia es que mientras el presidente lo hace de manera explícita, en el caso de Cristina se da de una manera culposa y escondida tras argumentaciones económicas.

Pero desde hace muchos años que la líder kirchnerista, cada vez que habló o escribió sobre Trump, hizo hincapié en el punto de que Trump no sólo no puede ser calificado como «neoliberal», sino que, por el contrario, expresa una nueva forma de proteccionismo impulsada por el sentimiento antiglobalista.

Cristina se lo recordó al propio Milei en febrero pasado, cuando el presidente argentino viajó a Washington para dar un discurso ante la Conferencia Política de Acción Conservadora. En definitiva, un acto proselitista cuando todavía no había finalizado la interna del partido Republicano. En aquella oportunidad se dio el primer encuentro de Milei con Trump, aquel en que, tras bastidores, el argentino lo abrazó efusivamente mientras lo llamaba «mister president» y le decía que esperaba recibirlo una vez que fuera electo.

Milei, que en ese momento enfrentaba una dura resistencia a su política de ajuste, necesitaba mostrar el apoyo de un peso-pesado de la política global, y no reparó en la falta de tacto diplomático que implicaba apoyar a un republicano cuando, en simultáneo, negociaba con el gobierno demócrata. Trump le dio el gusto: repitió varias veces la frase «Make Argentina Great Again» –»Hagamos a Argentina grande de nuevo»-, en una adaptación de su consigna de campaña electoral.

Javier Milei, Donald Trump y la advertencia de Cristina Kirchner

Sin embargo, en ese mismo acto quedó en evidencia que Milei y Trump habían dado discursos diferentes y hasta contradictorios. Salvo por su condena a la «cultura woke» y la advertencia contra la agenda 2030, en el resto se mostraron como líderes muy diferentes: fiel al postulado de la escuela austríaca Milei argumentó que no existen las «fallas de mercado», que los gobiernos deben desregular al máximo y abogó por la libertad absoluta de comercio, ya no solamente por un beneficio económico sino también como una garantía de paz mundial. «Allí donde hay comercio no entran las balas», dijo el argentino.

Nada más alejado del discurso de Trump, que un rato antes había hablado en términos agresivos y había prometido un mayor cierre comercial, en el marco de la nueva guerra fría con China.

Lo más raro es que quien mejor había pronosticado esa contradicción había sido Cristina Kirchner. Pocos días antes, había publicado una carta en la que criticaba la propuesta de la dolarización, y le advertía a Milei, casi en tono amistoso, que no cometiera la ingenuidad de creer que el mundo se dirigía hacia una liberalización económica sino que, por el contrario, lo que se venía era una época de cierre. Y agregaba que esos líderes con los que Milei gusta de reunirse son, precisamente, los que más se alejan de los postulados liberales, empezando por el propio Trump.

«Está en las antípodas de su pensamiento económico. Es nacionalista, absolutamente proteccionista y es su antítesis hasta en lo personal», planteó Cristina, quien sólo vio puntos en común a la hora de la afición a usar la ex Twitter como herramienta de comunicación y «alguna que otra excentricidad».

En una carta, Cristina Kirchner le advertía a Milei que Trump está lejos de su ‘libertarianismo’

Hace algunas semanas, Cristina volvió a referirse al tema de la elección estadounidense, aventurando que si gana Kamala Harris, habrá mayor conflictividad bélica mientras que si triunfa el republicano, vendrá una guerra comercial.

Elecciones en Estados Unidos: los sorpresivos elogios de Cristina a Trump

En realidad, no era la primera vez que Cristina observa esa tendencia anti-liberal de Trump y hasta se permitía deslizar inesperados elogios.

En la campaña electoral de 2019, cuando presentó su libro «Sinceramente», Cristina se permitió ironizar sobre cómo el entonces presidente Mauricio Macri, pese a su cercanía personal con Trump, no seguía los ejemplos de sus políticas.

En aquel momento, cuando toda la audiencia esperaba que Cristina criticara a Trump, ella sorprendió con Cristina sus elogios: destacó que bajo su presidencia Estados Unidos había logrado el desempleo más bajo de los últimos 50 años, en el marco de «una economía que vuela». Y dio a entender que la receta que necesitaba Argentina era similar a las de Trump, en el sentido de mantener un proteccionismo comercial, fomentar la industria nacional, bajar las tasas de interés y poner al consumo y al mercado interno como pilares del crecimiento.

Con su ironía característica, le recomendó a Macri hacer lo que Trump hacía y no lo que decía: «Algunos se dieron cuenta que tenían que volver a generar trabajo industrial adentro del país para volver a generar riqueza. Sería bueno que aquellos que viajan tanto para allá y escuchan tanto lo que les dicen allá, imiten lo que hacen allá».

A Cristina le gustaban particularmente gestos de rebeldía institucional de Trump, como criticar en público a la «intocable» cúpula de la Fed por su renuencia para bajar las tasas de interés y permitir que la economía tomara más impulso.

De hecho, Cristina le había hecho la misma advertencia al propio Macri ya en 2016, cuando Trump fue electo. «A nosotros nos acusaban de proteccionistas y fíjense lo que acaba de suceder en la economía más importante del mundo. Ganó alguien que hace del proteccionismo de sus trabajadores de y su mercado interno una bandera», avisaba en aquel momento, en una declaración que generó algo de confusión entre sus propios militantes.

«El que crea que ganó el Partido Republicano está equivocado. Ganó alguien que representa la crisis de la representación política, producto de la aplicación de políticas neoliberales», agregaba Cristina, para quien lo que buscaban los votantes estadounidenses era un líder «que rompa con un establishment económico que lo único que ha causado es pobreza, desalojo y pérdida de trabajo».

Fue un momento raro, porque de aquellas palabras se desprendía que Barack Obama, entonces, había encarnado las banderas derrotadas del ajuste y la inequidad social.

Todo indica que Cristina sigue opinando sobre Trump lo mismo que hace ocho años, lo cual deja planteado el interrogante sobre a quién votaría ella si tuviera la oportunidad de participar en el comicio estadounidense.

¿Hasta dónde llega el pragmatismo de Javier Milei?

Milei, por lo pronto, se ha mostrado menos libertario en la política que en los discursos. La aplicación del impuesto PAIS a las importaciones, el sostenimiento de las altas retenciones a la exportación agrícola, la prolongación del cepo cambiario son medidas que, en el nombre del pragmatismo, han contradicho los postulados que entusiasmaban a los más liberales.

«No soy un liber-tarado», se defiende Milei en público, cada vez que le toca argumentar respecto de por qué no hizo caso a quienes le recomendaban liberarse del cepo desde el primer día -entre los cuales figuraban economistas a quien él admira, como Federico Sturzenegger-.

La propia Cristina Kirchner se ha ocupado de marcar esas contradicciones de su discurso, en una mezcla de reproche por su doble discurso y de soterrado elogio por su pragmatismo.

Lo cierto es que si hubiera que marcar dónde están las grandes coincidencias ideológicas entre Milei y Trump, hoy habría que marcar más hacia el campo social-cultural que al económico. Ambos rechazan la «perspectiva de género», desconfían del discurso defensor del ambientalismo y despotrican contra los reclamos de un gran gasto de asistencia social.

Pero cuando la agenda pasa al plano económico y comercial, la cosa ya no es tan clara. Y los antecedentes indican que Argentina podría sufrir las consecuencias del proteccionismo de Trump, como ya ocurrió en su primer mandato.

De hecho, uno de los cambios más notables de Milei en los últimos meses ha sido su nuevo trato hacia China. Lejos de la retórica agresiva de los primeros días de la gestión, ahora se permite tibios elogios para el régimen de Xi Jinping, y se felicita por haber logrado el oxígeno financiero que supone el renovado swap de monedas para fortalecer al BCRA.

Es algo que deja planteado el interrogante sobre qué hará Milei si, como muchos temen, se termina agudizando la «nueva guerra fría».

Donald Trump y Mauricio Macri, una amistad ambigua

Para completar esa situación paradójica sobre cómo perciben a Trump los líderes argentinos, está la situación de Mauricio Macri. Al contrario de Macri, el líder del PRO se había jugado abiertamente por apoyar la candidatura de Hillary Clinton, y decía en los foros internacionales que las propuestas de Trump le parecían «demasiado extremas».

En aquel momento, la opinión de Macri era requerida especialmente por su conocimiento de Trump en el plano personal. Se conocen desde los años 80, estuvieron frente a frente en una mesa de negociaciones por emprendimientos inmobiliarios, jugaron juntos al golf, compartieron almuerzos, cenas y reuniones tensas junto a abogados y asesores financieros.

«Yo tuve que firmar un contrato por 600 millones de dólares. Tenía 24 años y tuve que negociar con ese tipo que ahora es candidato a presidente, totalmente chiflado», decía Macri cuando ambos estaban todavía lejos de convertirse en presidentes. No vaciló en calificarlo como «un tipo muy exhibicionista», cuya jornada consistía en «un show off, toda una actuación de la mañana a la noche».

Contrariando lo que parecía en un primer momento, su convivencia como presidentes fue algo ambigua. Argentina estuvo lejos de ser favorecida por Trump en el plano comercial, e incluso fue víctima ocasional de su proteccionismo comercial, en rubros que van desde la siderurgia hasta los limones.

Claro, también estuvo el préstamo del FMI en 2018. La crisis que cambió súbitamente los flujos de capitales y empujó a Argentina a la devaluación fue indirectamente causada por las políticas de Trump. Pero el presidente tuvo un rol fundamental para que se aprobara el crédito extraordinario de u$s58.000 millones, el mismo que llevó a Cristina Kirchner a asegurar que Macri había tenido en 2019 «la campaña electoral más cara de la historia».

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