Desde siempre, los sueños fueron y -aún son- un misterio insondable. En los últimos años, la neurociencia pudo desentrañar ciertos aspectos de cómo funciona nuestro cerebro mientras dormimos: sabemos que los sueños se producen con mayor énfasis en la fase llamada REM, sabemos que soñamos entre cuatro y cinco veces por noche y que solo recordamos, en el mejor de los casos, los sueños más cercanos al momento de despertar. Pese a que muchas preguntas aún persisten, la ciencia ahora también se acerca a darle forma a los sueños. A convertirlos en imágenes.
En un terreno lleno de incertidumbre, un grupo de científicos liderado por Yukiyasu Kamitani, profesor de la Universidad de Kioto, Japón, dio algunos pasos extraordinarios. Su trabajo se centra en decodificar y reconstruir imágenes soñadas directamente a partir de la actividad cerebral, un avance que podría marcar un antes y un después en la comprensión de la mente humana. En comprender por qué nuestro cerebro genera esos relatos oníricos que, en general, contradicen la lógica.
“La inspiración para explorar la idea de decodificar y visualizar los sueños surge de mi profundo interés por comprender la intrincada relación entre el cerebro y la percepción”, dijo Kamitani en una entrevista con Infobae.
Su investigación anterior se abocó a las ilusiones, esas situaciones en las que la percepción se aparta de la realidad. Las ilusiones ofrecen una visión de cómo el cerebro construye una experiencia del mundo, revela sus mecanismos y sesgos. Pero, según el científico japonés, los sueños llevan el concepto un paso más allá.
“Representan un caso aún más extremo de disociación de la realidad. A diferencia de las ilusiones, que suelen desencadenarse por estímulos externos, los sueños se generan completamente dentro del cerebro, sin ningún aporte directo del mundo exterior. Esta naturaleza intrínseca del sueño lo convierte en un fenómeno único, que ofrece una oportunidad extraordinaria para estudiar cómo el cerebro construye experiencias e imágenes mentales a partir de procesos puramente internos. Decodificar y visualizar los sueños ofrece una poderosa vía para explorar los misterios de la conciencia humana y los mecanismos neuronales que subyacen a las experiencias subjetivas”, explicó Kamitani.
El enfoque de su equipo combina tecnología avanzada y aprendizaje automático. Mediante resonancia magnética funcional (fMRI), los investigadores escanean la actividad cerebral de los participantes mientras están despiertos y observan distintas imágenes. Los datos sirven para entrenar un decodificador que identifica patrones neuronales asociados a cada categoría de imagen. Más tarde, durante el sueño, el mismo sistema analiza la actividad cerebral de los participantes y la compara con lo aprendido para determinar las categorías visuales de los sueños.
El método les permitió logros sin precedentes. Pudieron predecir el contenido de los sueños a partir de la actividad cerebral de manera consistente con los informes verbales de los participantes, que se despertaban y de inmediato contaban qué habían soñado. Su equipo logró una precisión del 60-70% en la clasificación de elementos visuales. El paso más allá que exploran ahora es convertir los sueños en imágenes, como si de una grabadora se tratara.
一¿Qué diferencias encontraron entre los patrones neuronales de distintas personas al soñar?
一Cada individuo exhibe patrones únicos de actividad cerebral, incluso cuando percibe la misma imagen, y por ello, los decodificadores se entrenan por separado para cada persona. Si bien la precisión de la decodificación es generalmente comparable entre individuos, puede variar según factores como la propensión de una persona a soñar, la calidad del sueño, las condiciones de salud y otros rasgos individuales.
一¿Es el primer paso para registrar sueños en imágenes y después poder reproducirlos?
一Nuestra investigación publicada sobre los sueños hasta el momento se centra en la clasificación semántica de categorías visuales amplias a partir de la actividad cerebral durante el sueño. Si bien las reconstrucciones visuales completas son un objetivo apasionante, aún son un trabajo en progreso, y lo fascinante radica en el potencial de cerrar esta brecha en estudios futuros.
El potencial de la tecnología va más allá de la mera curiosidad científica. Kamitani cree que podría tener aplicaciones terapéuticas importantes. “Reconstruir imágenes cerebrales podría ayudar a externalizar alucinaciones, lo que ofrecería nuevas herramientas para diagnosticar y tratar trastornos como la esquizofrenia. Además, descifrar los sueños podría permitirnos acceder a recuerdos y emociones ocultas, abriendo nuevas posibilidades para la psicoterapia”, precisó.
Aunque la reconstrucción completa de imágenes soñadas aún no es una realidad, el progreso logrado hasta ahora abre expectativas. Para el investigador y su equipo, cada avance es un paso más hacia resolver uno de los grandes acertijos de la neurociencia: cómo el cerebro construye las vivencias que llamamos sueños.
“Estudiar los sueños es más que una cuestión científica. Es un intento de comprender quiénes somos y cómo funcionamos en nuestros niveles más profundos”, afirmó.
Los sueños generan fascinación. Representan un universo paralelo donde el tiempo y la lógica parecen diluirse, una experiencia que por habitual no deja de resultar extraordinaria. Aún hoy muchos enigmas persisten en torno a los sueños: ¿por qué soñamos? ¿Qué significa lo que soñamos? Y, a raíz de los avances en la investigación, ¿podremos algún día capturar esos relatos como si de una película se tratara?
Para Diego Golombek, doctor en biología e investigador del CONICET, los sueños son mucho más que un mero espectáculo nocturno. “El sueño no es un proceso homogéneo. A lo largo de la noche atravesamos distintas etapas. Las principales son el sueño profundo, en la que no soñamos, y la fase REM (de movimientos oculares rápidos), en la que aunque estamos profundamente dormidos, movemos los ojos rápidamente. Es en esta última cuando es más probable que soñemos”, explicó a Infobae.
Durante una noche, una persona promedio puede soñar entre cuatro y cinco veces, pero la memoria de los sueños es caprichosa, suele ser muy efímera y solo conservar el último sueño antes de despertar. Esas imágenes fugaces que quedan en el recuerdo son apenas una fracción de todo lo que sucede en nuestra mente mientras dormimos.
Los avances tecnológicos permitieron observar al cerebro en pleno proceso de sueño. Los estudios demuestran que, al soñar con imágenes o sonidos, las áreas sensoriales del cerebro se activan como si realmente estuviéramos viendo u oyendo algo. “Es una experiencia intensa, aunque breve en nuestra memoria”, aseguró el investigador. Y es justo esa intensidad lo que hace que los sueños resulten tan intrigantes: un espacio donde la realidad y la imaginación se mezclan sin restricciones.
“Los sueños suelen estar vinculados a lo que vivimos durante el día, la semana o días anteriores. Es como si el cerebro repasara y reorganizara nuestras experiencias para consolidar memorias”, indicó Golombek.
Sin embargo, los sueños no son meros archivos de lo vivido. También son terrenos fértiles para la creatividad. Durante el sueño REM, ciertas áreas del cerebro encargadas de censurar o filtrar pensamientos se inhiben, lo que permite que ideas, imágenes y personajes se combinen en formas impredecibles. “Esto genera historias que no tienen lógica en la vida cotidiana, pero que pueden inspirar soluciones creativas en el mundo real”, apuntó el especialista.
Uno de los aspectos más interesantes del sueño es su posible relación con el aprendizaje. Golombek lo plantea como una hipótesis: “Soñar podría ser una forma de repasar y consolidar lo aprendido, un mecanismo para revalidar y reorganizar nuestras vivencias”. En otras palabras, los sueños podrían ser el equivalente cerebral de una sesión de estudio intensiva.
Las investigaciones, como las que lidera Kamitani en Japón, se aventuran en el terreno de decodificarlos. “Existen experimentos en los que se mide la actividad eléctrica del cerebro mientras dormimos. En la fase REM, al despertar a las personas y preguntarles con qué estaban soñando, se ha encontrado cierta correlación entre patrones eléctricos específicos y los contenidos de los sueños. Aunque no es perfecto, las predicciones son mejores que el azar”, describió.
Pero el futuro promete desafíos y descubrimientos aún mayores. Es posible que se pueda decodificar la actividad cerebral durante los sueños y usarla para estimular ciertas respuestas o promover actividades específicas. “Trabajar con los sueños es explorar lo más profundo de nuestra psique, donde se entrecruzan nuestras memorias, emociones y deseos. Es un viaje al centro de quiénes somos”, remarcó Golombek.
La “grabadora de sueños” ya se avizora para un futuro no tan lejano. Los pasos que se dan nos acercan cada vez más a entender uno de los enigmas que nos acompaña desde siempre. Por ahora, los sueños siguen siendo una ventana privilegiada a nuestra mente, un resquicio de misterio que poco a poco se empieza a develar.