La niña mimada de Hollywood, la chica de la sonrisa pícara y una de las mujeres más queridas del showbusiness internacional cumple 50 años. ¿Cómo planea festejarlo? En la cama, en pijama y con sus hijas Olive (12) y Frankie (10). “Siempre paso la noche de mi cumpleaños con ellas. Tenemos una tradición, así que también voy a hacer una pijamada con mis hijas en mis 50. Las pijamadas nunca deberían desaparecer”, contó Drew Barrymore en una entrevista reciente. La actriz, productora, escritora, empresaria y presentadora de televisión conoció la fama y el infierno siendo muy chica y ahora sólo encuentra placer en las cosas más simples. Esas que en los primeros años de su vida no pudo disfrutar. Drew Blythe Barrymore nació el 22 de febrero de 1975, en Los Ángeles. Sus padres se habían separado antes de que ella naciera. Su mamá, Ildico Jaid, era una actriz y escritora de origen húngaro (nació en un campo de concentración alemán) y su papá, John Drew Barrymore, era hijo de John Barrymore, uno de los más grandes actores del cine de Hollywood de los años 30; sus tíos, Ethel y Lionel Barrymore, fueron ídolos del arte escénico. Su destino profesional estaba marcado.
A los 11 meses filmó su primera publicidad, a la que siguieron algunas más hasta que, a los 4 años, debutó en cine en el film Estados alterados (1979), de Ken Russell. A sus 7 fue cuando el mundo la conoció y la amó para siempre con la inolvidable E.T., de Steven Spielberg. Allí interpretaba a Gertie, la hermana menor de Elliot, y si bien ya tenía experiencia, era tan chica e inocente que siempre recuerda que para ella el extraterrestre no era un muñeco, sino un hermano más dentro del film. Una madre ausente y una fama muy temprana se convirtieron en un combo explosivo.
Drew apenas tenía 9 años cuando comenzó a tomar alcohol y a los 12 consumía cocaína. A los 13 ingresó a un centro de rehabilitación, a los 14 publicó su primera autobiografía, Little Girl Lost, y después de independizarse de sus padres trabajó en una cafetería mientras intentaba llegar con vida a la adultez. “Lo que me enseñó la institución (refiriéndose al Hospital Psiquiátrico de Van Nuys donde estuvo internada) fue que, si te sentás y discutís las cosas y no las barrés debajo de la alfombra, todo mejorará”, contó la estrella durante un reportaje. Cuando le preguntan cuál es su mayor orgullo, ella confiesa: “Creo que, para mí, haber dejado de tomar alcohol (a los 44 años) es una de las cosas que más honra el apellido Barrymore porque todos hemos sido muy hedonistas… Podría resumir la historia diciendo que en algún momento pensé: ‘¿Sabés qué? Esto no funcionó para nuestra familia y yo voy a detenerlo. Seré yo quien rompa el eslabón de esa cadena y tal vez mis hijos y sus hijos tengan una mejor vida gracias a eso (…)’. Tenemos que luchar contra las locuras genéticas que traen nuestras familias”, expresó.
MUCHA PASIÓN, MUCHOS AMORES
Su primer amor adolescente y del que guarda los mejores recuerdos fue Corey Feldman, actor y estrella juvenil en los 80. A los 19 años, Drew se casó con el dueño de un bar, Jeremy Thomas: sólo duraron diecinueve días juntos. Una vez ella se refirió a él como el “diablo” y entonces quedó aclarado lo de aquel abrupto final. Volvió al cine haciendo dupla con Adam Sandler mientras seguía trabajando activamente para recuperarse de los excesos, se reencontró con su padre y conoció a la productora Nancy Juvon, con quien en 1995 cofundó la compañía de producción Flower Films. Dispuesta a encontrar a un gran amor, dejó entrar a su vida al comediante Tom Green, a quien conoció en el set de Los ángeles de Charlie. Hubo flechazo y también casamiento. El matrimonio duró apenas poco más de un año. Otro actor, Justin Long, también formó parte de su historial sentimental y compartieron tres años. En 2011 su camino se cruzó con el del consultor de arte Will Kopelman, su tercer marido. Al mejor estilo vertiginoso Barrymore, dieron el “sí, quiero” en 2012, el mismo año que nació su hija Olive. El nacimiento de su segunda hija Frankie, en 2014, se vio empañado por la muerte por sobredosis de su hermana Jessica y la posterior depresión posparto que sufrió la actriz. Una vez más, plasmó el dolor en arte y publicó otro libro, Flor salvaje. En 2016, protagonizó su tercer divorcio. “Nos esforzamos mucho (con Will) para que funcionara. Un amigo me dijo: ‘El divorcio es la muerte de un sueño’. Eso es exactamente lo que se siente, algo tan definitivo que no podés recuperarlo”, se sinceró la estrella de Hollywood en una de sus entrevistas.
También se refirió a los años posteriores a su divorcio: “Estaba paralizada, me sentía rota”. Pero en medio de ese tsunami de emociones lanzó su marca de cosméticos, Flower Beauty, y en 2020, en plena pandemia, su programa de entrevistas. “Fueron mis hijos los que me hicieron sentir que era hora de jugar”, dijo. Y se dedicó a desarrollar The Drew Barrymore Show, que ya renovó para una quinta temporada. Como emprendedora también fundó Beautiful By Drew, que incluye ollas a presión, freidoras de aire, cafeteras y hasta muebles. En materia de amores, hoy está sola. Para Drew, cumplir 50 años no sólo es un momento de reflexión, sino de plenitud y celebración. “No creo haber conocido una felicidad como la que siento ahora… Simplemente no sabía que alguna vez llegaría hasta aquí”.
LA NACION
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