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La muerte de Maradona: Nosotras logramos sacar a mi papá de la adicción a la cocaína, sostuvo, quebrada, Dalma

Eran las 15.58 cuando, vestida de traje oscuro y camisa blanca, Dalma Nerea Maradona ingresó en la sala de audiencias de los tribunales de San Isidro para declarar como testigo en el juicio donde se debaten las circunstancias que rodearon la muerte de su padre, Diego Armando Maradona.

A poco de comenzar a declarar bajo juramento de decir la verdad y de apuntar hacia el neurocirujano Leopoldo Luque, la psiquiatra Agustina Cosachov y el psicólogo Carlos Díaz, tres de los imputados juzgados por homicidio simple con dolo eventual, sostuvo: “Nosotras avisamos seis meses antes que mi papá no estaba bien”.

Sobre Luque, Cosachov y Diaz, Dalma afirmó: “Ellos tres siempre decían que mi papá era un paciente complejo, entonces yo les dije que se fueran y buscábamos otros, pero nunca se fueron”.

Dalma es la segunda hija de Maradona que declara como testigo ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°3 de San Isidro, presidido por el juez Maximiliano Savarino e integrado por sus u Verónica Di Tommaso y Julieta Makintach. El 25 de marzo pasado declaró su hermana Jana y apuntó también contra Luque.

Claudia Villafañe y Gianinna Maradona acompañan a Dalma, que declara como testigoHernán Zenteno – LA NACION

Sobre la internación domiciliaria que se decidió para Maradona después de que fuera operado de un hematoma subdural en la cabeza, Dalma contó: “Luque, Cosachov y Díaz, nos dijeron que ellos iban a seguir siendo el cuerpo médico de mi papá y que Swiss Medical se iba a ocupar de la aparatología”.

La testigo recordó que cuando su padre todavía estaba internad en la Clínica Olivos le dijo a Luque que “si no sentía que estaba a la altura que dejara de ser el médico de mi papá y sea solo su amigo”.

La hija del Diez afirmó que su primer cruce con el neurocirujano fue, poco después de la operación, cuando vio la foto de él con su papá con el camisolín y la venda en la cabeza.

“Mientras estuviera internado en la Clínica Olivos, Gianinna, Janna y yo nos turnábamos para estar siempre con él. A nosotros nos prometieron una internación domiciliaria que nunca sucedió. No me dieron ninguna respuesta cuando pedí que se sumara un médico clínico”, sostuvo Dalma.

Aseguró que más de una vez pidió que se sumara un médico clínico para que atendiera a su padre. “A mí nunca me terminó de cerrar Luque, pero nunca pensé que iba a hacer algo en contra de mi papá o que le hiciera mal. Luque me dijo que en la casa iba a ser lo mismo que si mi papá estuviese en la Clínica Olivos”, dijo.

Sobre la casa alquilada del barrio privado San Andrés, en Benavídez, en Tigre, donde Maradona fue trasladado después de la operación en la cabeza, Dalma explicó: “Mi hermana Gianinna le pasó tres casas y la hermana [por Vanesa] de Morla [por el abogado y apoderado de Diego de nombre Matías] le dijo que era mucho. Mi hermana le respondió ‘mi papá tiene que vivir como un rey’”.

Para Dalma, el entorno de Diego llamó a Jana para que firmara el contrato de alquiler porque “si nos llamaban a Gianinna a mí, nosotras no íbamos a firmar”.

Tras las preguntas de Patricio Ferrari, uno de los fiscales generales adjuntos de San Isidro a cargo de la acusación pública, tomó la palabra Fernando Burlando, abogado de Dalma y Gianinna. En ese momento, la hija de Maradona se quebró y comenzó a llorar.

La adicción a la cocaína

“Yo estuve al tanto de las adicciones de mi papá. Por suerte pudo recuperarse de su adicción a la cocaína y creo que mi hermana y mi mamá fuimos parte de eso”, dijo entre lágrimas y sumó: “Cuando ocurre lo de Punta del Este [donde le salvaron la vida] nos enteramos de que era un paciente cardíaco y que desde ese momento tenía que cambiar su forma de vida. Después de eso, estuvo mucho tiempo muy bien de salud”.

Luego recordó “Me consta que comenzó a tener problemas con el alcohol. Tuvo varios médicos durante su vida. La diferencia de lo que mucha gente pueda pensar, era un papá muy presente. Siempre fue muy amoroso con Gianinna y conmigo. A pesar del problema que él tenía, con la cocaína, las tres lo acompañamos y pudo salir”.

“Al final mi papá tenía momentos en los que se perdía. Si estábamos en videos llamadas, no sabía con quién estaba hablando y, en el último tiempo, se nos cortó todo tipo de contacto”, sumó.

Sobre el día de su muerte, recordó: “Vi que estaba tapado con una sábana, pero estaba muy hinchado. Me le tiré encima, pensando que se iba a despertar. Tenía las manos muy hinchadas, la panza también. Yo llegué con mi mamá porque nos llamó Gianinna y nos dijo que lo estaban tratando de reanimar”.

“Cuando llegué, entré a la habitación con mi mamá. El lugar era un asco. Había olor a pis. Un baño portátil, estaban los paneles porque habían improvisado la habitación ahí. No había baño cerca y que la cocina era un asco”, dijo entre lágrimas y aseguró que no recomendaría esa casa para una internación domiciliaria. Respondió que no vio ningún elemento que hiciera parecer que tuviese un cuidado médico.

Cerco para no acercarse

Dalma también apuntó contra el abogado Morla, su hermana Vanesa, su cuñado, Maximiliano Pomargo y Luque porque aseguró que hicieron todo lo posible para que ella y su hermana Gianinna no estuviesen cerca de su padre.

“Ellos comenzaron a trabajar con mi papá y se volvió muy dificil comunicarse con mi papá. Maxi Pomargo pareja de Vanesa Morla] no nos dejaba entrar o comunicarnos con mi papá. Las órdenes para formar este cerco de no poder acercarnos a nuestro papá era Matías Morla”, afirmó.

Dalma sostuvo que le consta que a su padre le ponían el teléfono en modo avión para que no le entren las llamadas que recibía.

“Nos engañaron de la manera más cruel para que aceptáramos esa opción [por la internación domiciliaria]. La opción de que mi papá vaya a una clínica, que ellos llamaban un loquero, podía hacer que se les cayera algún trabajo. No tengo más relación con mis tías [las hermanas de su padre] por el enfrentamiento de la marca Maradona”, dijo Dalma.

Y contó: “Nos seguimos enterando cosas hoy a cuatro años de la muerte. Nos enteramos cómo se referían a mi papá estos profesionales de la salud. Cómo encararon su tratamiento. Es muy doloroso que quieran apuntar a nosotras como las responsables. Nosotras no decidimos algo nunca. Cuando quisimos proponer algo que no fuera con ellos, no hubo lugar. Lo extraño todos los días y no puedo parar de pensar que si ellos hubiesen hecho su trabajo, mi papá no estaría muerto”.

Y antes de que comenzara a preguntar Julio Rivas, el abogado de Luque, Salma agregó: “Cuando nos dijeron que estuvo agonizando y nadie le ofreció ayuda, sigue siendo doloroso. Si hubiese sabido que este iba a ser el desenlace me hubiese manejado de otra manera. Nunca lo pensé, la verdad”.

Ante una pregunta del abogado Nicolás D’Albora, defensor de Nancy Forlini, coordinadora de Swiss Medical y otra de las acusadas, Dalma dijo que la empresa de medicina prepaga recomendó que Maradona siguiera el tratamiento en una clínica (en vez de la internación domiciliaria).

La audiencia terminó con preguntas de las juezas Di Tommaso y Makintach. “El que decidía quién entraba en la casa de mi papá era Matías Morla. Maxi Pomargo me decía que tenía órdenes de no dejarme entrar. La última vez que vi a mi papá en La Plata fue porque mi él sabía que íbamos porque mi hermana habló con él antes y él nos abrió la puerta. Mi papá no creía que había personas que no me dejaban entrar. Siempre me lo decía Pomargo. Yo nunca tuve relación con Matías Morla”, fueron las últimas palabras de Dalma.

El juicio continuará la semana próxima con más testigos.

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